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Foto del escritorRicardo Iván Peña Ruiz

Percepción interpersonal y sentido común

Actualizado: 22 abr 2021

Se trate de la interacción de un maestro con el alumno, de un vendedor con un cliente o de un ejecutivo con el trabajador, la conducta resultante depende para su eficacia de la percepción que una persona tiene sobre la otra. Las relaciones interpersonales comienzan con la percepción de la otra persona, con un conocimiento y una evaluación de sus tributos, de sus intenciones y de sus probables reacciones a nuestras acciones. A este respecto el sentido común juega un papel de suma importancia en la percepción interpersonal y la formación de impresiones.


Para poder señalar la formación de ese conocimiento y evaluación, Moscovici y Hewston (1983) definen el sentido común como:


un corpus de conocimientos fundado en tradiciones compartidas y enriquecido por millares de “observaciones” y de “experiencias” sancionadas por la práctica. Las cosas reciben allí nombres, los individuos son clasificados en categorías” (Moscovici, 1986:683)[1]


Esta noción de sentido común refleja la idea de que el conocimiento adquirido por la gente a partir del material constituido por su vida cotidiana y el instrumento representado por sus mecanismos mentales dan acceso a una verdad real: puesto que se entienden las cosas de tal o cual manera, se las ve como son.


La noción de sentido común permite mostrar que lo que prevalece en todo conocimiento social son las significaciones atribuidas a las cosas, pero estas no se hayan directamente determinadas por la información que se nos proporciona sobre las personas, sino por unas actitudes de base que han conformado a lo largo de nuestra historia por el universo de valores en el que hemos estado sumidos y que ha generado nuestro modo de ver el mundo.


La formación de imágenes y el establecimiento de lazos mentales son las herramientas más generales que nos sirven para aprender (Moscovici, 1986:682)


Las expectaciones con respecto a las acciones de los otros o se confirman, abriendo con ello la línea de la interacción social, o se ven defraudadas, lo que conduce a tensión y desconcierto. Las experiencias de este último tipo estimulan un esfuerzo par ser mas realistas en la evaluación de otras personas, con una consecuente mejoría en la exactitud del juicio. Las experiencias de ese tipo, y los conocimientos que se obtienen a partir del sentido común, forman parte del aprendizaje mediante el cual la gente llega a conocer y a comprender las características y motivaciones de la otra persona.


La percepción interpersonal implica, en general los mismos principios que la percepción, pero la pregunta relativa de cómo una persona lega a comprender o a entender a otra, no puede responderse completamente mediante la referencia a los principios básicos de la percepción de objetos. El sentido común como mecanismo que utilizamos para tratar la información transmitida por la ciencia o la experiencia social comporta dos formas esenciales (Moscovici y Hewstone 1986):



Un sentido común de primera mano, que es el conjunto de los conocimientos espontáneos en acción en un grupo y basado en la experiencia de cada uno (Moscovici, 1986:682-83).



Un sentido común de segunda mano que está compuesto por el conjunto de los conocimientos de contenido científico, que son transformados en imágenes y empleados en la vida cotidiana. Así, a través de los medios de comunicación de masas y de las lecturas, cada uno de nosotros posee, por ejemplo, un conocimiento más o menos exacto del psicoanálisis y de las ciencias humanas (Moscovici, 1986:682-83).


La percepción interpersonal, esta influenciada tanto por procesos internos o cognoscitivos tanto como procesos externos que son los que se encargan de conducirnos por ciertos caminos, propiciando los escenarios o la materia por medio de la cual formaremos nuestros conocimientos.


A este respecto, Moscovici señala en relación al conocimiento de segunda mano, con el cual alimentamos nuestros repertorios de conocimiento involucrado en la inferencia personal, o bien para juzgar a los demás los vamos a obtener por mencionar algunos a través de “la escuela, la televisión, el cine, el arte, conferencias, durante las pausas para tomar café, en los documentos oficiales,” (Moscovici, 1986:684), las historias generacionales, las tradiciones orales, los mitos, este último expresa en forma literaria, “un sentido último de la vida del hombre. Por eso hay que ir más allá de las apariencias de él” (Scheler, 1939), y en la actualidad a través de la Internet, los foros de conversación en los cuales en base al argumento escrito nos hacemos inferencias para establecer e identificar que tipo de persona con la que nos encontramos en el ciberespacio.


“Al leer, hacemos jugar algo más que las ideas, pues las palabras no son otra cosa que signos conceptuales que actúan por sí mismos o evocan imágenes de resonancias simbólicas” (Lorenzano, 1982:111)[2].


Respecto al último punto anterior, podemos ver que con el avance de la sociedad en materia de tecnologías de información, y las condiciones dentro de la globalización, permiten al sujeto obtener bastante información con la cual formar repertorios de información que sirvan para inferir o categorizar. "Hoy no existe unidad en nuestras opiniones acerca de la naturaleza humana" y ello origina las luchas y tensiones entre los diversos análisis de aspectos del ser del hombre, propios de ciencias particulares, pues se fundan en ideas distintas acerca de su "esencia, estructura y origen"[3] (Scheller, 1938).


A menudo se nos pide que emitamos juicios inmediatos sobre individuos totalmente desconocidos a nosotros y en base a una información limitada. En eso consiste a veces la tarea de los testigos en los procesos judiciales, claro, en nuestra ciudad muchas veces manipulados, o aquellas personas que se encargan de leer la bola de cristal o las cartas. Lo anterior resulta curioso, ya que estas personas utilizan demasiado su conocimiento de primera y segunda mano respecto al sentido común.


Sabido es que la consulta al tarotista puede ser entendida como un complejo y sutil juego de información retroalimentada. Es algo parecido a lo que ocurre con los medios, donde las personas creen estar mirando televisión, cuando en realidad también la televisión los están mirando a ellos, sea a través de una inadvertida intrusión hipnótica, sea a través de las encuestas de rating.


Un buen tarotista, por lo demás, tiene habilidad para detectar sutiles niveles de ansiedad en la voz o la postura corporal, con lo que no debería sorprendernos que los clientes se muestren sorprendidos cuando se les anuncia, luego de un 'concienzudo' análisis de la bola de cristal, que simplemente tienen miedo.


Tomemos ahora otro ejemplo que ilustra con más detalle de qué forma se puede aprovechar la información que el cliente suministra, que será parte del lenguaje no verbal, que nos proporciona información específica para que se puedan hacer inferencias sobre el otro y con ello ser categorizado.


Hemos podido apreciar las distintas formas por medio de las cuales utilizamos nuestro conocimiento respecto de la percepción interpersonal, a este respecto, es importante mencionar que la forma en que hacemos inferencias sobre los demás no se reduce simplemente a la interacción, ni a los procesos básicos de percepción, sino que existen otros medios relacionados con el procesamiento de la información que nos permiten estructurar ese conocimiento para que podamos hacer una buena inferencia en base a la información previa.


Al juzgar a la gente, se juntan y se unen muchos ítems de información para llegar a la evaluación. Dentro de nuestra cognición social, utilizamos ciertos rasgos que pertenecen a la otra persona, es decir, una serie desorganizada de características, con la cual vamos a hacer una serie de asociaciones difusas[4] (Morales, 1995:165).


Esos bloques de información son proporcionados como prototipos de modelos ejemplares, es decir, aquellas categorías definidas por conjuntos de atributos específicos con los cuales nos explicamos instancias concretas asociadas a un concepto (Morales, 1995:165). A este respecto, hacemos representaciones, en el sentido de que utilizamos las medias de nuestra categoría, es decir, en base a todas las informaciones que hemos obtenido en la experiencia social, respecto a señalar que una persona es introvertida o tímida, de todo el numero de personas que incluyan las características asociadas a la introversión, de donde hacemos uso de nuestro sentido de segunda mano; después de hacer la representación en base a la variabilidad de la información respecto a aquellos atributos comportamentales y físicos (tener un rostro triste, no levantar la mirada, etc.) comenzamos a efectuar asociaciones entre rasgos y en base a los modelos que ingresen en nuestra categoría vamos reestructurando dicha información de manera que se vaya ajustando a las condiciones sociales imperantes (Morales, 1995:152-155). En resumen, se puede decir que los prototipos como procesos de la cognición social, en relación a la formación de impresiones, vemos que se lleva a cabo una ponderación que permite la combinación de signos múltiples en la percepcion de la gente. Este proceso toma la de forma de un establecimiento promedio, cuando toda la información se recibe simultáneamente y los rasgos o atributos tienen cierto peso.


Como hemos podido apreciar en las afirmaciones anteriores, corresponden a distintas maneras de explicar un problema discutido. Otros puntos de vista diferentes acerca del modo en que se forman las impresiones, apuntan al hecho de que las informaciones que han tenido bastante relevancia en el juicio del sujeto, denominémoslo “juez”, informaciones que hayan tocado los puntos mas importantes y representativos de esa información de segunda mano, se le denomina primera, la cual, bajo este esquema se sitúa como efecto de primacía.


Las impresiones sobre una persona cambian a medida que se recibe nueva información, pero las primeras impresiones, como ya lo mencionamos tienden a ser muy resistentes al cambio. A sabiendas de este principio, los sujetos que se presentan en busca de trabajo y las parejas que se encuentran por primera vez, se esfuerzan mucho en hacer una impresión favorable. También, millones de personas, observaron a los candidatos presidenciales de las últimas elecciones nacionales. Para muchos es su mayor fuente de información para los candidatos y los temas, desafortunadamente terminan solo como repetidores de aquella información, solo si esta es la única por medio de la cual se informan. Decidimos por quien votar en base a lo que percibimos y recordamos acerca de los debates y la información que obtenemos de otras fuentes.


Uno de los científicos que ha trabajado al respecto es Solomon Asch, quienes argumentan que las características de una persona no se limitan ni se reducen a un promedio, sino que mas bien forman un modelo o un patrón; mencionan que algunos rasgos son centrales teniendo impacto sobre la impresión general, mientras que otros rasgos son periféricos y tienen poca influencia (Moscovici, 1986:386-87). Por ejemplo, la información de que una persona es “calida” o “fría”, da una importancia a la mayoría de los demás rasgos. “Calido” transmite la impresión de que la persona es, además, prudente, alegre, imaginativa y de buen humor. “Frío” implica que es seria, digna de confianza, sin sentido del humor y desgraciada (Moscovici. 1986-87). Sobre el punto anterior se desarrollaron una serie de experimentos asociados a estas dos variables. Kelley, siguiendo el punto de vista de Asch, ha investigado la importancia de las variables mencionadas, haciendo experimentos con estudiantes, a quienes se les pidió que a partir de la información previa que habían recibido sobre ciertos profesores, los alumnos iban a estructurar esa información, e iban a integrar a dicha persona dentro de su categoría de “frío o cálido”, sobre la base de esa previa información, los estudiantes van a prestar mayor atención a todos los elementos asociados a esa categoría, por lo que la información de la primera impresión se ven afectadas.


Otro enfoque como las teorías implícitas, o también llamadas teorías ingenuas, teorías espontáneas, teorías causales, teorías intuitivas, y mal llamadas representaciones sociales o categorías naturales, son conexiones entre unidades de información aprendidas implícitamente por asociación, a partir de experiencias en el seno de grupos sociales reducidos próximos al individuo. Las teorías implícitas se caracterizan por basarse en información de tipo episódico o autobiográfico, ser muy flexibles frente a las demandas o situaciones en que son utilizadas y presentar ciertas normas o convencionalismos en sus contenidos, los cuales representarían los del grupo social al cual pertenecería el individuo (Moscovici, 1986:395-96). Las teorías implícitas son utilizadas por los individuos para buscar explicaciones causales a problemas, interpretar situaciones, realizar inferencias sobre sucesos y planificar el comportamiento.


Como sujetos sociales debemos convivir a diario con un sin fin de personas para llevar a cabo el proceso social y darles sentido a las acciones.


Pero no es tan fácil convivir con una persona, tenemos que llevar a cabo un proceso de análisis sobre su personalidad, sus acciones e inclusive que tan válido es el papel que juega dentro de la sociedad y en base a ese papel que tan pertinentes son sus acciones.


La mayor parte de las investigaciones, y en base a lo que hemos descrito aquí, apuntan a los errores y atajos que usamos para hacer inferencias. Estos errores son el resultado de seguir formas de pensamiento que funcionan bien en casi todos los casos; sin embargo, algunas veces no son apropiados y las consecuencias llegan a ser graves. Situaciones delicadas las podemos ver en las procuradurías, cuando por parte del juez el sospechoso tiene ciertas características que lo remiten a recurrir a su repertorio de informaciones, con lo cual puede verse duramente afectado el proceso legar, ya que el mismo juez puede cambiar el curso de las negociaciones si recurre a sus prejuicios (Worchel, S. et al, 2002:53).


Dentro de estos errores, vamos a señalar la importancia de solo algunos, con la finalidad de verificar la forma en que manipulamos erróneamente la información que proviene de sentido común en relación con la formación de impresiones:


  1. Desaprovechamiento de la información de tasa base: frecuentemente cuando el sujeto empieza a formarse un a impresión de otro, recurrimos al efecto de primacía, en base a aquellas primeras informaciones de suma relevancia para el sujeto “juez”, sin embargo en algunas ocasiones modificamos nuestras impresiones en base a algún comentario o una serie de informaciones proporcionadas por una persona con la que se tiene una cercanía estrecha y “confianza”, quien puede argumentar que la persona sobre la cual el “juez” hace inferencias sobre otro, puede verse demasiado afectadas por la intervención de esta persona de “confianza”, en el sentido de que se reestructura la informaron previa y se tiene a sobre generalizar a la misma en base a simple información que puede ser prejuiciosa o errónea.


  1. Efecto de dilución: se refiere a aquella información de dejarse influir o distraer por información irrelevante. Los políticos mexicanos conocen este principio, por eso en sus discursos difunden información irrelevante la cual es agraciada por medio de la pirotecnia verbal, información optimista pero totalmente insustancial papa aliar el impacto de las malas notitas.


  1. Correlación ilusoria: se refiere al error que cometemos al percibir el mundo que nos rodea concluyendo que hay una relación entre dos elementos ciando tal conclusión no se desprende de los datos previos, contribuyendo a los estereotipos. A este respecto, para un capitalino “junior” educado en un ambiente restringido, las personas indígenas son extrañas. Más aún, en esos medios limitados las conductas agresivas son poco frecuentes. En esas circunstancias, un sujeto indígena agresivo o ladrón sería muy conspicuo y por lo tanto exagerado, lo que produciría la correlación ilusoria de que los indígenas son ladrones o agresivos.


Hemos podido apreciar a lo largo de este breve ensayo, la forma en que el conocimiento de los demás se da en las formaciones de impresiones, presentando elementos conceptuales, que tratan de mostrar la importancia del sentido común, como conocimiento para hacer nuestras inferencias del otro dentro del proceso de interacción. Así como los distintos puntos de vista que tratan de explicarlo. Lo que si podemos concluir es que todo ello es un conjunto de mecanismos socio cognitivos complejos, a través de los cuales concebimos los acontecimientos, las cosas, las personas y elaboramos una explicación para comprenderlos, y dicha información sea de utilidad para el desarrollo de nuestra cognición social.

[1] Moscovici, Serge. (1986). Psicología Social. Barcelona: Paidós. [2] Lorenzano, C. (1982). La estructura psicosocial del arte. México: Siglo XXI. [3] Scheler, Max. (1938). El puesto del hombre en el cosmos. Buenos Aires: Losada, S.A. [4] Morales, F. (1995). Estructuras y procesos de la cognición social. Madrid: Mc Graw -Hill.


BIBLIOGRAFÍA


  1. Morales, F. (1995). Estructuras y procesos de la cognición social. Madrid: Mc Graw -Hill.

  2. Fischer, Gustave-Nicolas (1992). Campos de intervención en psicología social. Madrid: Narcea S.A..

  3. Lorenzano, C. (1982). La estructura psicosocial del arte. México: Siglo XXI.

  4. Moore, George Edward (1984). En defensa del sentido común y otros ensayos. Madrid: Hyspamerica.

  5. Moscovici, Serge (1986). Pensamiento y vida social Psicología social y problemas sociales. Barcelona: Paidós.[1]

  6. Pozo, José Luis (1996). Aprendices y Maestros. Madrid: Alianza.

  7. Rodrigo M., Rodríguez A., Marrero J. (1993). Las Teorías implícitas. Madrid: Visor.

  8. Scheler, Max. (1938). El puesto del hombre en el cosmos. Buenos Aires: Losada, S.A.

[1] Se utilizaron los capítulos de “Epistemología del sentido común” y “De la ciencia al sentido común”


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